Tuesday, June 27, 2006


El Santo Templo
Por el presidente Boyd K. PackerPresidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles
Son muchas las razones por las cuales debemos desear ir al templo. Este edificio, aun en su aspecto exterior, parece dar una idea de sus fines de carácter profundamente espiritual. Dicho carácter espiritual se hace mucho más patente dentro de sus paredes. Sobre la puerta que conduce al interior del templo, se encuentra la inscripción: “Santidad al Señor”.Cuando se entra en cualquier templo que se haya dedicado, se entra en la casa del Señor.
Los miembros de la Iglesia que se hacen merecedores de entrar en el templo pueden participar allí en las ordenanzas redentoras más exaltadas que se han revelado al género humano. Allí, mediante una ceremonia sagrada, la persona puede ser lavada y ungida, recibir instrucción, ser investida y sellada. Una vez que la persona ha recibido estas bendiciones para sí misma, puede oficiar por aquellos que han muerto sin haber tenido la misma oportunidad. En los templos se efectúan las ordenanzas sagradas tanto para los vivos como por los muertos.
Estas cosas son de carácter sagrado .Al leer las Escrituras detenida y concienzudamente, se nos revela el hecho de que el Señor no comunicó todas las cosas a todas las personas, sino que se establecieron ciertos requisitos prescritos de antemano para poder recibir información sagrada. Las ceremonias que se efectúan en el templo caben dentro de esta categoría.
No hablamos de las ordenanzas del templo fuera de este edificio. Nunca se tuvo como propósito que el conocimiento de dichas ceremonias se circunscribiera a un corto número de personas selectas a quienes se obligaría a que se aseguraran de que nadie más se enteraría de ellas; en realidad, es todo lo contrario, ya que exhortamos vigorosamente a toda persona a prepararse y hacerse merecedora de participar en las ceremonias del templo. A los que han ido a la casa del Señor se les ha enseñado un ideal: Algún día toda alma viviente y toda alma que haya vivido tendrá la oportunidad de oír el Evangelio y de aceptar o rechazar lo que el templo ofrece. Si se rehúsa esta oportunidad, el rechazo debe provenir de la persona misma.
Tanto las ordenanzas como las ceremonias del templo son sencillas. Son hermosas y son sagradas. Se conservan confidenciales, no sea que se den a conocer a quienes no estén preparados para ellas. La curiosidad no es una preparación, como tampoco lo es un profundo interés. La preparación para dichas ordenanzas supone ciertos pasos preliminares, a saber: fe, arrepentimiento, bautismo, confirmación, méritos, además de la madurez y de la dignidad que se espera de aquel que va como invitado a la casa del Señor.
Todos los que sean dignos y cumplan con todos los requisitos establecidos pueden entrar en el templo para conocer allí las ordenanzas y los ritos sagrados.
Vayan al templo .Ninguna obra ofrece mayor protección a la Iglesia que la obra del templo y la investigación genealógica que la acompaña. Ninguna obra surte un efecto más refinador sobre el espíritu, ninguna nos da mayor poder, ninguna nos exige una norma más elevada de rectitud.
Nuestras labores en el templo nos cubren con un escudo protector, tanto individual como colectivamente.Por lo tanto, asistan al templo, vayan a reclamar sus bendiciones. Es una obra sagrada.

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