La preparación personal para recibir las bendiciones del templo
Élder Russell M. Nelson Del Quórum de los Doce Apóstoles
"Los que entren en el templo también deben llevar el distintivo de la santidad. . . Podemos adquirir la santidad sólo mediante el esfuerzo constante y firme".
LA RECOMENDACIÓN PARA EL TEMPLO
La preparación también comprende el hacerse merecedor de recibir la recomendación para el templo. Nuestro Redentor requiere que Sus templos sean protegidos de profanación. Nada impuro puede entrar en Su santificada casa11. No obstante, es bienvenido todo el que se prepare bien. Toda persona que solicite la recomendación será entrevistada por un juez en Israel --el obispo-- y por el presidente de estaca12. Ellos poseen las llaves de la autoridad del sacerdocio y tienen la responsabilidad de hacernos saber si nuestra preparación es adecuada y si la fecha es la oportuna para entrar en el templo. En las entrevistas, evaluarán varios asuntos fundamentales. Nos preguntarán si obedecemos la ley del diezmo, si guardamos la Palabra de Sabiduría y si sostenemos a las autoridades de la Iglesia. Nos preguntarán si somos honrados, si somos moralmente limpios y si honramos el poder de la procreación como un deber sagrado encomendado por nuestro Creador.
¿Por qué son esos asuntos tan decisivos? Porque son elementos separadores espirituales que sirven para determinar si en verdad vivimos como los hijos del convenio13, siendo capaces de resistir la tentación de los siervos del pecado14. Esas entrevistas sirven para discernir si estamos dispuestos a vivir de acuerdo con la voluntad del Dios verdadero y viviente, o si todavía tenemos puestos nuestros corazones "en las riquezas y las vanidades del mundo"15.
Esos requisitos no son difíciles de comprender. Por motivo de que el templo es la casa del Señor, las normas para ser admitidos en ella las ha establecido Él. Uno entra allí como invitado del Señor. Tener la recomendación para el templo es un privilegio inestimable y una señal tangible de obediencia a Dios y a Sus profetas16.
La preparación también comprende el hacerse merecedor de recibir la recomendación para el templo. Nuestro Redentor requiere que Sus templos sean protegidos de profanación. Nada impuro puede entrar en Su santificada casa11. No obstante, es bienvenido todo el que se prepare bien. Toda persona que solicite la recomendación será entrevistada por un juez en Israel --el obispo-- y por el presidente de estaca12. Ellos poseen las llaves de la autoridad del sacerdocio y tienen la responsabilidad de hacernos saber si nuestra preparación es adecuada y si la fecha es la oportuna para entrar en el templo. En las entrevistas, evaluarán varios asuntos fundamentales. Nos preguntarán si obedecemos la ley del diezmo, si guardamos la Palabra de Sabiduría y si sostenemos a las autoridades de la Iglesia. Nos preguntarán si somos honrados, si somos moralmente limpios y si honramos el poder de la procreación como un deber sagrado encomendado por nuestro Creador.
¿Por qué son esos asuntos tan decisivos? Porque son elementos separadores espirituales que sirven para determinar si en verdad vivimos como los hijos del convenio13, siendo capaces de resistir la tentación de los siervos del pecado14. Esas entrevistas sirven para discernir si estamos dispuestos a vivir de acuerdo con la voluntad del Dios verdadero y viviente, o si todavía tenemos puestos nuestros corazones "en las riquezas y las vanidades del mundo"15.
Esos requisitos no son difíciles de comprender. Por motivo de que el templo es la casa del Señor, las normas para ser admitidos en ella las ha establecido Él. Uno entra allí como invitado del Señor. Tener la recomendación para el templo es un privilegio inestimable y una señal tangible de obediencia a Dios y a Sus profetas16.
LA PREPARACIÓN FÍSICA PARA IR AL TEMPLO
Uno se prepara físicamente para el templo al vestirse en la debida forma. No es un lugar para ir con ropa informal. "Debemos vestirnos como lo haríamos para sentirnos cómodos en una reunión sacramental o en cualquiera otra de índole correcta y decorosa"17.
Dentro del templo, todos se visten con inmaculada ropa blanca como recordatorio de que Dios ha de tener un pueblo puro18. La nacionalidad, el idioma o el cargo que se ocupe en la Iglesia son menos importantes. Todos vestidos con ropas semejantes, sentados unos junto a otros, son considerados iguales ante los ojos de nuestro Hacedor19.
Novias y novios entran en el templo para casarse por el tiempo y por toda la eternidad. Allí las novias usan vestido blanco de manga larga, de diseño y tela modestos, y sin adornos excesivos. Los novios también se visten de blanco. Los hermanos que van a presenciar el casamiento no usan esmoquin.
El usar el gárment del templo tiene un profundo significado simbólico; representa una dedicación constante20. Así como el Salvador ejemplificó la necesidad de perseverar hasta el fin, usamos fielmente el gárment como parte de la constante armadura de Dios21. De ese modo evidenciamos nuestra fe en Él y en sus convenios eternos con nosotros22.
Uno se prepara físicamente para el templo al vestirse en la debida forma. No es un lugar para ir con ropa informal. "Debemos vestirnos como lo haríamos para sentirnos cómodos en una reunión sacramental o en cualquiera otra de índole correcta y decorosa"17.
Dentro del templo, todos se visten con inmaculada ropa blanca como recordatorio de que Dios ha de tener un pueblo puro18. La nacionalidad, el idioma o el cargo que se ocupe en la Iglesia son menos importantes. Todos vestidos con ropas semejantes, sentados unos junto a otros, son considerados iguales ante los ojos de nuestro Hacedor19.
Novias y novios entran en el templo para casarse por el tiempo y por toda la eternidad. Allí las novias usan vestido blanco de manga larga, de diseño y tela modestos, y sin adornos excesivos. Los novios también se visten de blanco. Los hermanos que van a presenciar el casamiento no usan esmoquin.
El usar el gárment del templo tiene un profundo significado simbólico; representa una dedicación constante20. Así como el Salvador ejemplificó la necesidad de perseverar hasta el fin, usamos fielmente el gárment como parte de la constante armadura de Dios21. De ese modo evidenciamos nuestra fe en Él y en sus convenios eternos con nosotros22.
LA PREPARACIÓN ESPIRITUAL PARA IR AL TEMPLO
Además de la preparación física, nos preparamos espiritualmente. Debido a que las ordenanzas y los convenios del templo son sagrados, estamos bajo la solemne obligación de no hablar fuera del templo de lo que allí se realiza. Pero hay algunos principios de lo cuales podemos hablar.
Cada templo es una casa de instrucción23. Allí se nos instruye en el camino del Maestro24. Su método se diferencia del de los demás. Su método es antiguo y es profuso en símbolos. Podremos aprender mucho si meditamos en la realidad que representa cada símbolo25. Las enseñanzas del templo son hermosamente sencillas y sencillamente hermosas. Las comprenden los humildes y al mismo tiempo estimulan el intelecto de las mentes brillantes.
La preparación espiritual se incrementa con el estudio. Me gustaría recomendar a los miembros que fueran al templo por primera vez que leyesen los breves párrafos explicativos de la Guía para el Estudio de las Escrituras bajo los siguientes temas26: Unción27, Expiación28, Jesucristo29, Convenio30, Caída de Adán y Eva31, Sacrificios32 y Templo33. Ese estudio les proporcionará un fundamento firme.
También se pueden leer pasajes del Antiguo Testamento34 y los libros de Moisés y de Abraham de la Perla de Gran Precio. El estudio de esas Escrituras antiguas es aún más esclarecedor después de que uno se ha familiarizado con la investidura del templo. Esos libros evidencian la antigüedad de la obra del templo35.
Con cada ordenanza se hace un convenio: una promesa. Un convenio que se hace con Dios no es una restricción, sino una protección. Ese concepto no es nuevo. Por ejemplo, si el suministro de agua que recibimos no es puro, la filtramos para eliminar los elementos dañinos. Los convenios divinos nos sirven para filtrar nuestra mente y eliminar de ella las impurezas que podrían hacernos daño. Si escogemos abstenernos de toda impiedad36, no perdemos nada de valor y obtenemos la gloria de la vida eterna. Los convenios no nos limitan; nos elevan más allá de los límites de nuestro propio poder y perspectiva. (Extracto Conferencia General,Abril 2001)
Además de la preparación física, nos preparamos espiritualmente. Debido a que las ordenanzas y los convenios del templo son sagrados, estamos bajo la solemne obligación de no hablar fuera del templo de lo que allí se realiza. Pero hay algunos principios de lo cuales podemos hablar.
Cada templo es una casa de instrucción23. Allí se nos instruye en el camino del Maestro24. Su método se diferencia del de los demás. Su método es antiguo y es profuso en símbolos. Podremos aprender mucho si meditamos en la realidad que representa cada símbolo25. Las enseñanzas del templo son hermosamente sencillas y sencillamente hermosas. Las comprenden los humildes y al mismo tiempo estimulan el intelecto de las mentes brillantes.
La preparación espiritual se incrementa con el estudio. Me gustaría recomendar a los miembros que fueran al templo por primera vez que leyesen los breves párrafos explicativos de la Guía para el Estudio de las Escrituras bajo los siguientes temas26: Unción27, Expiación28, Jesucristo29, Convenio30, Caída de Adán y Eva31, Sacrificios32 y Templo33. Ese estudio les proporcionará un fundamento firme.
También se pueden leer pasajes del Antiguo Testamento34 y los libros de Moisés y de Abraham de la Perla de Gran Precio. El estudio de esas Escrituras antiguas es aún más esclarecedor después de que uno se ha familiarizado con la investidura del templo. Esos libros evidencian la antigüedad de la obra del templo35.
Con cada ordenanza se hace un convenio: una promesa. Un convenio que se hace con Dios no es una restricción, sino una protección. Ese concepto no es nuevo. Por ejemplo, si el suministro de agua que recibimos no es puro, la filtramos para eliminar los elementos dañinos. Los convenios divinos nos sirven para filtrar nuestra mente y eliminar de ella las impurezas que podrían hacernos daño. Si escogemos abstenernos de toda impiedad36, no perdemos nada de valor y obtenemos la gloria de la vida eterna. Los convenios no nos limitan; nos elevan más allá de los límites de nuestro propio poder y perspectiva. (Extracto Conferencia General,Abril 2001)
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