Tuesday, August 29, 2006

MUJERES JÓVENES
FUTURAS MADRES EN SIÓN


Debemos recalcar la responsabilidad y el privilegio eternos de ser madre y ayudar a las mujeres jóvenes a que comprendan que cada una formará un hogar y ejercerá influencia sobre los niños.

En el mundo preterrenal, el hombre y la mujer gozaban de plena igualdad en calidad de hijos espirituales del Padre Celestial, pero nuestras funciones y asignaciones eran distintas. Esas diferencias eran eternas. A los hombres se les dio la responsabilidad de ser padres y poseer el sacerdocio, y a las mujeres se les dio la función de ser madres y hermanas unas con otras. La proclamación declara que “Cada [ser humano] es un amado hijo o hija espiritual de padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos” (“La familia: Una proclamación para el mundo” Liahona, junio de 1996, pág. 10).
Las mujeres de Dios siempre bendecirán e influirán las vidas de los demás. Tal es nuestra asignación, tengamos o no la oportunidad de casarnos durante esta vida.

El presidente Kimball habló sobre la influencia de las fuertes mujeres de Dios en el mundo. Declaró: “Gran parte del enorme crecimiento que tendrá la Iglesia en estos últimos días se deberá
a que habrá muchas mujeres en el mundo que, teniendo un gran sentido de espiritualidad interior, se sentirán atraídas a la Iglesia en grandes números, pero esto sólo puede suceder si las mujeres de la Iglesia viven en forma justa y prudente hasta el punto de que las consideren diferentes --de buen modo-- de las del mundo” (Véase Liahona, enero de 1980, págs. 102-104).
Somos distintas porque sabemos quienes somos eternamente. Su llamamiento de ser madres es de naturaleza eterna.





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